Como muchos de ustedes ya deben
de saber, el pasado 16 de abril, Ecuador sufrió una de las peores catástrofes sísmicas
registradas en su historia desde 1979 (20Minutos Noticias, 2016). Según CNN Noticias (2016), la magnitud de este terremoto fue de 7.8 grados en la escala
de Ritcher y, hasta el momento, se estima un aproximado de 552 muertos.
Figura. Habitantes de Pedernales, afectado por el terremoto de 7.8
grados en la escala de Richter
registrado el sábado en la costa norte de
Ecuador.
Fuente. Laprensa.com
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Ante la urgencia de apoyo en la
población ecuatoriana, el gobierno movilizó rápidamente 14 000 miembros de las
fuerzas de seguridad, 241 profesionales de salud y 2 hospitales móviles, entre
otros (Silva, 2016). Sin embargo, no solo ha existido una acción de ayuda por
parte de las autoridades, sino de los mismos ciudadanos ecuatorianos. Los menos
perjudicados han realizado múltiples donaciones y se han organizado en equipos
de rescate para ayudar a salir adelante a los más damnificados.
Ahora bien, traslademos esta
situación al contexto peruano. Si en el Perú ocurriera una catástrofe de tal
magnitud, ¿Crees tú que se manejaría la situación de manera semejante a la de
Ecuador?... Evidentemente no. Por dos cruciales razones:
En primer lugar, no poseemos un
gobierno que sea capaz de atender las necesidades más urgentes que requiera su
pueblo. Mientras que en Ecuador las autoridades respondieron rápidamente a las
necesidades que el estado de emergencia meritaba, en el Perú estas se dejan en segundo plano. Un claro de
ejemplo de ello lo vemos, según Perú21 (2016), en el tema de la seguridad
ciudadana. A pesar de ser un problema crítico en el país, el presidente Ollanta
Humala prefiere ocuparse de limpiar la imagen de su esposa, la señora Nadine
Heredia, respecto a las disposiciones obtenidas en las agendas de la susodicha,
antes que de ocuparse en darle solución a la situación de la delincuencia.
Por otro lado, no hay una
preparación óptima del mismo pueblo peruano. Mientras que en Ecuador se observa
claramente la solidaridad de su gente, en los habitantes del Perú se trasluce
marcadamente su individualismo e indiferencia ante eventos catastróficos. Por
ejemplo, cuando ocurre un desastre natural en el país, el peruano no se suele
preguntar cómo podría ayudar; más bien se suele enfocar en sus propios intereses.
Tal como ocurrió después del terremoto en Pisco en el año 2007, ya que se dieron
saqueos a diestra y siniestra. Ciudadanos peruanos se aprovecharon de la
desgracia ajena.
Después de todo lo expuesto en
este post, me queda solo un par de preguntas por hacer, a todos los peruanos en
general: ¿CÓMO EXIGIMOS AL GOBIERNO QUE SE MANTENGA LIMPIO DE CORRUPCIÓN SI EN
NUESTRA MISMA CULTURA CIUDADANA LA PRACTICAMOS DÍA A DÍA? ¿CÓMO ES POSIBLE QUE
PIDAMOS HONESTIDAD Y RESPONSABILIDAD A NUESTRAS AUTORIDADES SI NOSOTROS MISMOS
NO IMPLEMENTAMOS ESTOS VALORES EN NUESTRA PRÁCTICA DIARIA?... Es necesario recuerdar que para
que se logre un REAL CAMBIO, no solo se debe considerar a las cabezas de una población,
sino a TODOS los miembros de esta.
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